Hoy he comido con unas compañeras que conocí hace veinte años, cuando llegué a la escuela de Fuentelsaz del Jarama con mucha ilusión, un Renault 5 de 15 años y un embarazo de ocho meses tan prominente que cuando entré por primera vez a la sala de profesores alguien dijo en alto: madre mía, lo poco que nos vas a durar...
Nos seguimos viendo tres o cuatro veces al año, después de haber pasado juntas muchos ratos buenos y todos los imponderables de la vida que querríamos olvidar y en los que nos hemos acompañado para apoyarnos y darnos cariño.
Ya están todas jubiladas menos yo (Je je je je, fíjate para cuantas me toca cotizar) y hoy hemos decidido que mi jubilación la vamos a celebrar pronto, con caracter anticipado, que alguna tiene ya el ocho rondando su decena...
Hemos ido a Prost, en Orense 6, a darnos el Amigo Invisible de todas las Navidades y hemos comido estupendamente. Se trata de un restaurante con una barra pequeña que estaba abarrotada (buena señal) con algunos platos típicos alemanes (salchichas, codillo, ensalada) y muchas otras cosas muy bien elaboradas. El servicio, eficiente y amabilísimo...Y los regalos, preciosos (ahora veis mi colgante, de lujo):
Chipirones rellenos encebollados. Muy buenos
Mollejitas de cordero. En su punto, estupendas
Albóndigas de cabracho con gulas
Lubina salvaje al pil pil, deliciosa
Una comilona elegante y rica. Una reunión entrañable.
ResponderEliminarBesos.
Entrañable de verdad, Silvia...
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