En una cloaca de los barrios bajos de Londres aparece el cuerpo sin vida de un adolescente. Para asombro de todos, la identificación revela que se trata del primogénito de una aristocrática familia. Cuando el inspector Pitt y su esposa Charlotte empiezan a investigar el crimen, tropiezan en primer lugar con las reticencias de los padres del muchacho, decididos a impedir que se aireen ciertas cuestiones escabrosas. Una vez más el caso pone de manifiesto las
contradicciones entre apariencias y realidad en la Inglaterra victoriana.
La dedicatoria de Anne Perry nos desvela una inquietud que queda reflejada en la novela.
"Dedicado a los miembros de la Sociedad John Howard, quienes practican la creencia de su fundador en el derecho a la dignidad de todas las personas.
A. P."
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